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La grandeza arquitectónica de la Torre Latinoamericana

La grandeza arquitectónica de la Torre Latinoamericana

Sabemos que los gustos y estilos pueden ser subjetivos además de que van cambiando con el tiempo y para algunos, un edificio tan emblemático como lo es la Torre Latinoamericana puede parecer un tanto anticuado en función de las tendencias de diseño actual, sin embargo, algo que nunca va a cambiar, es el parteaguas que representa en la manera de construir edificaciones resistentes.

Fue inaugurada en 1956 en el centro de la capital mexicana convirtiéndose en el único rascacielos en el mundo situado en una zona sísmica sentando las bases de construcción de futuros edificios en el mundo. Desde entonces ha soportado los sismos más potentes de 1957, 1985, 2014 y 2017 y con él, la gente que se encuentra dentro cuando el siniestro ocurre siguiendo el protocolo de seguridad de mantenerse dentro del edificio, ya que están más seguros en el interior que afuera. 

¿Cuál es el secreto de este rascacielos para ser tan seguro? La respuesta nos la da el apodo que muchos capitalinos le han dado: es el “monstruo de acero”. Tiene cimientos profundos de 33 metros que dan soporte a las 25,000 toneladas distribuidas en 44 pisos. Este trabajo del arquitecto Augusto H. Álvarez y los ingenieros Leonardo Zeevaert y Adolfo Zeevaert, marcó una nueva etapa de construcciones inteligentes; tiene 3 pisos de sótano y un cajón hidráulico que es clave para amortiguar a la hora de los temblores.

El acero que emplearon clasificado con la denominación 47, es un material muy ligero y resistente considerado como el más innovador de ese momento y se utilizó acristalamiento doble en las fachadas para un aislamiento térmico y acústico.